APLAUSOS

Son las ocho y cinco de la tarde (20:05 h.) y aún retumba en el aire el sonido de los aplausos. Un día más, salimos a los balcones, ventanas y terrazas de los pueblos y ciudades de este país, para solidarizarnos con el conjunto de los que están exponiendo su salud para tratar de remediar la enfermedad de sus paisanos y vecinos. Desde los médicos hasta el personal de limpieza y administrativos, pasando por enfermeras, auxiliares de enfermería y celadores, reciben este cariñoso y merecido aplauso. Todos los días palmoteamos con ganas, desde el confinamiento en nuestros hogares, como aprobación y reconocimiento a la labor abnegada del colectivo citado.

Es verdad que también hay otros gremios –camioneros, taxistas, fuerzas del orden,…- que contribuyen a frenar al Covid-19 en su labor expansiva y devastadora, pero los de Sanidad están en primera fila, y con medios limitados por la falta de previsión de los gobernantes.

Desde mi punto de vista hay un colectivo que no está actuando en la medida que cabía esperar de ellos, y eso que dicho grupo es vital para detener la pandemia; me refiero al conjunto de políticos que, por designación y voluntad nuestra, de los ciudadanos, fueron elegidos para gestionar nuestras vidas y haciendas. Y no excluyo a ningún partido político, ni hago distinciones, aunque es verdad que los que gobiernan tienen nuestro empoderamiento y no lo están aprovechando, aunque no dudo de su compromiso. En tiempos de crisis es cuando se notan los líderes y yo no los veo.

Parece que aún no hemos llegado al ansiado pico que puede dar lugar a la estabilización de la pandemia. Pero luego, esta sociedad necesitará tiempo para recuperarse del estado de shock en la que nos está sumiendo el virus diabólico. Pero, sin duda, después llegará el momento en que los ciudadanos pidamos responsabilidades a los que no han estado a la altura de la circunstancias. Otros países ya estaban inmersos en la pandemia días antes de que aquí se tomaran las primeras medidas serias; aquí no fuimos capaces de tomar precauciones, ni mirar lo que sucedía cerca, en otro país del Mediterráneo, en Italia.

Mañana volveremos a salir al balcón a aplaudir, con más ganas si cabe. Otros, como mi amigo Miguel Ángel –su hermana Mercedes es socia de AJANE- cada día sustituye los aplausos por una canción diferente. Ayer fue el “Ave María”, hoy “Txoria txori”. Él hace de tenor y sus convecinos le acompañan como coro.

¡Ánimo que esto pasará!
SALUDos
Iñaki Fernández Arriaga